¿Cuánto debe valer un libro?

La pregunta encierra un misterio que editores, distribuidores, libreros, escritores y lectores se deben hacer cada vez que abren un libro. Algunos, por el material (papel fino o para ilustración, tapa dura, páginas a full color, encuadernación) suelen subir sus costos por temas que algunos lectores no aprecian. Otros, elevan su precio por provenir de lugares distantes, ser traducciones, tener tirajes reducidos u otras vicisitudes que tampoco son de interés del común lector.

Librería Calders, en el Pasaje Calders de Barcelona. Fuente: El País.

En cambio, otras obras ostentan el título de costosos por pertenecer a editoriales de prestigio y que buscan la exclusividad (Acantilado, Eterna Cadencia, Impedimenta o Páginas de Espuma, Diego Portales). La diferencia de precios puede ser abrumadora: si un libro de una edición local (en Perú, de Peisa, Estruendomudo o Paracaídas) cuesta 30% menos, en las ferias de libro pueden encontrarse números de Alfaguara, Planeta, Seix Barral y Tusquets a la mitad del precio original (igual las peruanas).

Tantas promociones, descuentos, packs y ofertas encienden una luz que la cadena de producción del libro a veces no atiende: si un libro baja mucho de precio, quiere decir que no costaba tanto. La depreciación de obras en pocos años puede deberse a varios factores, pero siempre resulta una explicación ausente para el comprador. Un caso es la aclamada novela “La distancia que nos separa” (Planeta, 2015), de Renato Cisneros, que vendió más de 30 mil ejemplares.

La editorial empezó a ofrecerla en 59 soles (unos 18 dólares) y cuando se convirtió en un récord de ventas la lanzó por Booket (edición de bolsillo en papel de menor calidad) a 24.90 (unos 8 dólares, menos de la mitad de la primera edición) y la llevó a quioscos en 2019 a solo 19.90 soles (6 dólares). En España, esta obra se editó en 2017 a través del sello Planeta, pero con tapa dura, a 19.50 euros (unos 22 dólares), y en Francia, la editorial Christian Bourgois la tiene a 23 euros (26 dólares). Amazon es otra historia.

Dicen que el precio justo es el que hace felices a comprador y vendedor. Pero, ¿existe el precio justo en los libros? La satisfacción del cliente, el tamaño del libro, la calidad de sus insumos y hasta la atención del librero no parecen elementos suficientes para trazar un número exacto. ¿Cuánto debe valer un libro? Para los que estamos en este lado del mostrador, debería ser lo que estaríamos dispuestos a pagar, sabiendo que ese deseo puede provenir de bolsillos de distintos tamaños.

Para los que están del otro lado debería ser lo que pueden evaluar de la experiencia completa de la lectura (acariciar el papel, la bella portada, la prosa envolvente, las ideas originales), todas cosas a las que cuesta ponerle un número que, entiende este librero, no debería ser inferior a satisfacciones menores embotelladas o servidas en bolsas de papel. Un libro se disfruta y eso cuesta, vale y deberíamos poder vender y pagar por criterios menos capitalistas que los que tienen las fábricas de papel. Que el precio del libro no sea una distancia que separe a libreros de lectores.

El librero

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